sábado, 25 de agosto de 2012

Carta de un/a voluntario/a

Hoy os traemos una carta que nos ha llegado de un/a voluntario/a de la perrera de Santiago de Compostela, por petición expresa y por miedo a represalias, ha preferido guardar el anonimato.


Hola a todos.

Escribo ésta carta, para dar a conocer y de paso desahogarme de la situación que se lleva sufriendo desde hace bastante tiempo en la perrera de Santiago de Compostela. Así mismo, espero que mucha gente pueda leerla, y los que están fuera sepan de primera mano como es el día a día en un centro de ese estilo.

Todo comenzó después de llevar muchos años dedicados a los animales y de hacer de ellos la gran pasión de mi vida. Hacía años que la problemática de los abandonos se hacía presente en el mundo canino, y viendo que iba "in crescendo" me decidí a dar el paso y comenzar a colaborar activamente en lo que se suponía, era un refugio pionero y un lugar fantástico para los animales. Tengo que decir que había oído muchas opiniones negativas sobre el centro, pero me negaba a creerlas justificándolas como fruto de la rabieta de algún usuario rebotado con ganas de incordiar.

Decidí proponerme como voluntario, escribí un mail y nunca tuve respuesta. Tiempo después, aprovechando que iba a adoptar a un par de felinos, me volví a ofrecer, en este caso, la administrativa me cogió los datos, los metió en un archivador afirmando que pronto se pondrían en contacto conmigo. NUNCA MÁS!

Años después, y con la intención de volver a adoptar un pequeño cánido, volví a ofrecerme, con la convicción de que ésta vez sería la última, siempre he oído que a la tercera va la vencida, y así es! me cogieron! gracias a un/a voluntario/a que estaba por allí en aquel momento. Me sentí alegre, contento/a, algo parecido a lo que debe sentirse cuándo uno/a aprueba una oposición o sale elegido/a de una larga criba laboral.

En pocos días comenzaba a ser voluntario/a, todo ese esfuerzo por ayudar a esos animales, que tanto lo necesitaban, estaba a punto de dar su fruto. Comencé casi en verano con unas ganas tremendas, nada más empezar, mis compañeros, que por cierto, eran, son y serán siempre buenísimos, me enseñaron las instalaciones, me dijeron la dinámica que había que seguir y comenzamos a trabajar.

Siempre pensé que el voluntariado se encargaría de muchas labores, sin embargo me llevé una sorpresa cuándo me dijeron que nuestra función sólo era sacar perros a pasear o a los parques durante un tiempo determinado (15/20min) y volverlos a meter en sus respectivas jaulas, que las demás funciones las realizaba el personal contratado, total, mientras se hagan, que más da! - Pensaba yo.

Pasaban los días de voluntariado y poco a poco iba haciéndose menos presente el olor nauseabundo a heces, amoniaco, etc. Uno/a se termina acostumbrando a todo, y menos mal, porque si no sería insoportable. Iba cogiendo mi ritmo, me dedicaba a hacer mi función y me concentraba en hacerla bien por el peligro que conllevaba la falta de concentración al poder poner en peligro a los animales o a mis compañeros y por la alegría que daba saber que estabas ayudando.

Pronto cogí la suficiente soltura como para ver más allá, ir conociendo a los animales residentes y, de paso, cogerles cariño a algunos más que a otros. No tardé en darme cuenta de que algo no funcionaba bien, siempre solíamos tener problemas con las pizarras de los cubículos, había muchos que no cuadraban, otras no ponían nada y algunas estaban tan escritas que eran totalmente ilegibles. Intentaba convencerme de que con la cantidad de trabajo que había, ese sería un mal menor. Pronto vi que algunos empleados se echaban espacios de más de media hora sentados para fumar su gratificante cigarrillo del trabajo bien hecho, o sin hacer, como era éste caso.

También iba conociendo gente y más compañeros voluntarios/as, empecé a darme cuenta de que aún habiendo voluntarios responsables, ciertos responsables contaban con más responsabilidades que otros, y que al parecer no las habían adquirido por obligación sino por devoción, me extrañó mucho que esas personas, que siempre se veían controlándolo y gestionándolo todo no cediesen parte de responsabilidades a sus compañeros, ya no sólo para liberarse, sino para hacernos partícipes a todos por igual, que cuándo uno/a es nuevo/a, lo que busca es integrarse de la mejor forma, y que te hagan partícipe, ayuda mucho.

Realmente todos estos temas, eran temas menores, a los que restaba importancia para repartirla favorablemente hacia mi obligación, sacar y meter perros. Me lo pasaba bien, estaba contento/a, cada vez conocía más perros y cada vez más perros me conocían a mí. Era fantástico!

De repente, un día como otro cualquiera me acerco a mi cubículo favorito a saludar a uno de mis preferidos, y ohh! Incertidumbre, no está! - Alegría! Lo han adoptado! Bien!! Lo comento entre mi grupo de compañeros, haciéndoles partícipes de la alegría que me desbordaba en aquel momento. Pregunté por si alguien sabía quién se lo había llevado o si se había ido lejos. Recuerdo que alguien me dijo en voz baja y triste, -Mejor no preguntes!

Me extrañé muchísimo, y en aquel momento, casi inconscientemente comencé a recordar todo lo que había oído de aquel lugar, pero haciendo caso omiso a mis pensamientos y tratando de autoconvencerme, decidí creer que se habría muerto por alguna enfermedad o algo por el estilo.

Lamentablemente, a partir de aquel día e inconscientemente, comencé a fijarme en los que se adoptaban, y pronto descubrí que de una semana para otra faltaban perros y nadie conocía su paradero. En ocasiones me cansé de preguntar tanto al personal como al resto de compañeros, pero siempre parecía que habían desaparecido por arte de magia, y que nadie era capaz de explicar lo que sucedía. Por desgracia, después de tocar las narices día tras día, alguien me explico lo que estaba pasando con todas esas desapariciones misteriosas, pero ¿cómo puede ser? Sí aquí no se sacrifican animales joder! Decía yo alterado/a.

La verdad que yo creía era muy diferente a la verdad verdadera de lo que allí ocurría. Pronto comencé a hilar yo sólo/a detalles que, tiempo atrás, e invadido/a por la ceguera de la ilusión, había pasado por alto. Descubrí que había una nave a la que nunca se entraba, estaba abierta, pero casi como una norma invisible nos prohibía entrar, tiempo después, esa nave se cerraría para siempre bajo llave. En la estancia principal de la nave había dos arcones congeladores enormes, dónde yo siempre creí que se guardaría alimento perecedero para los animales. Que iluso/a!
Por la parte trasera de esa misma nave había un depósito enorme de gasóleo, mi cabeza también quiso creer que se trataba de gasóleo para la calefacción, ya que en la segunda estancia de la nave prohibida se divisaba por encima del tejado una enorme chimenea con un sombrerete metálico completamente cubierto de hollín de la combustión del gasóleo.

Lamentablemente, y por causas de fuerza mayor, un fatídico día tuve que acceder a la nave prohibida hasta la segunda estancia, y lo que allí había no era calefacción, o al menos no el concepto que yo tenía de calefacción. Era un crematorio de animales. Horrible!, casi oxidado por completo y con síntomas de no usarse desde hacía tiempo, pero era un crematorio al fin y al cabo!
Comencé a entenderlo todo, el crematorio, los congeladores, la desaparición de perros. Dios mío!

La casualidad hizo coincidir mi despertar con varias noticias en los periódicos dónde se hacía balance de los perros asesinados en Bando, me sorprendió ver que los perros que a mi me faltaban poco a poco, en realidad se habían convertido en cientos y cientos al final del año. Lógicamente, mi alegría se fue mermando, y la resignación ante una realidad impasible se hacía compañera cotidiana durante mis labores de voluntariado. Seguía adelante con la idea de que, al menos, los que se quedaban iban a recibir su paseo de 20 minutos cada tres o cuatro días.

Tiempo después, tuve que ver, cómo nos arrebataban el uso de los vestuarios, ese bien tan codiciado para cambiarse la ropa mojada después de un largo día de invierno, poco después nos limitaron el acceso al salón de actos, el cual era el último resquicio que nos quedaba para cambiarnos de ropa y dejar nuestras pertenencias de una semana para otra. En su lugar, la dirección nos cedió amablemente el baño de minusválidos, todo un lujo! hasta había una silla!

Poco a poco el ambiente se fue deteriorando, la gente estaba harta. Sin ir más lejos tuve que ver cómo 3 compañeras eran expulsadas prácticamente en la misma semana, y otros dos eran privados de seguir siendo voluntarios, casi antes de haber empezado por culpa de la dejadez del centro y algunos responsables. Amén de otras muchas irregularidades con las personas y los animales, que no citaré para que ésta carta no se convierta en novela de terror.

Durante todo el resto del tiempo hasta hoy, he visto lágrimas, abandonos, enfados, discusiones, divisiones de grupos, y un gran etcétera. Tengo que decir, que poco a poco te acostumbras a la situación y quieres creer que no te afecta, pero la realidad es bien diferente, cada día cuesta más seguir con la labor de voluntariado. He de decir que todos aquellos perros que terminaron conociéndome, para mí ya no tienen nombre, desgraciadamente me he acostumbrado a clasificarlos por vivos, muertos e inciertos.

5 comentarios:

  1. Me entristece volver a ver otra carta de otro voluntaria así ¿ HASTA CUANDO ? No es la primera y todo vienen a decir lo mismo. Una pésima gestión del "refuxio", de sus funciones y recursos. Voluntarios mal aprovechados, perros y gatos asesinados en el anonimato, una lista nada más de 50 perros "apadrinables" mientras 450 no tienen quien les mire, animales con dolores que agonizan, no semanas, meses. Tos de las perreras y otitis son enfermedades que hacen mella en los animales que alberga el "refuxio" que no llegan con ella, pero si que salen, otras que salen SIN esterilizar, perros recogidos de otros lugares y luego se quejan pero como conocen a la persona que los trae, casas de acogida con las que no cuenta, a otras que las saturan, problemas con los adoptantes, problemas con la gente que recoge un perro, en fin. Si allí dentro no se habla es por miedo a la expulsión o la negación de auxilio de lo poco que puedes hacer y esta en vuestra manos por lo cual, agradezco mucho tu carta. Ánimo a todo aquel que tenga pensado ayudar a los animales que adopte en Bando, que difunda esta situación, e intente cambiarla. Le doy ánimo y constancia y las gracias y adoptar en Bando, con ello estareis salvando una vida.

    ResponderEliminar
  2. tiene q haber una forma de parar a esa maldita mujer!!!!!me pregunto si no seria mejor cerrarlo pero q se haria con los pobres animale?

    ResponderEliminar
  3. Que falta hacía una protectora de verdad con bastante sitio para animales en Compostela!! A los de Bando se les iba a acabar el chollo rápido!

    Pero claro, seguramente el ayuntamiento no diese permiso, porque sino, ¿Que harían con ese centro tan guapo que se han montado por bastante más de medio millón de euros? Madremía, si alguna protectora de las buenas tuviese un centro así y los más de 300.000€ anuales que reciben éstos que maravillas se podrían estar consiguiendo!

    ResponderEliminar
  4. El problema gordo está en el trato/cuidado a los animales. Pero otro problema bastante grave es la situación que tiene la gente como la persona que escribe la carta, que dan su tiempo allí y aportan todo lo que pueden con la mejor intención del mundo y queriendo ayudar y se les trata muy mal, y además se les coacciona con miedo para que nadie diga nada. En Bando existe un sectarismo extremo, tanto por parte de la dirección como por parte de determinados voluntarios.

    ResponderEliminar
  5. Si un garbanzo esta negro no hace falta que jodas todo el potaje. El centro esta muy bien pero hay un garbanzo que esta pudriendo a los otros 4 que tiene a sus alrededor.

    ResponderEliminar