Un poco de historia

La perrera, tal y cómo la conocemos hoy en día, es una construcción relativamente nueva, gestionada por un patronato constituido por diferentes representantes. Se sitúa en el lugar de Zarramacedo-Bando, en el ayuntamiento de Santiago de Compostela. Está dirigido por la Sra. Paloma Aguirre, directora y veterinaria del centro. Cuenta en la actualidad con seis empleados fijos, a parte de la dirección, entre los que hay, administrativos y cuidadores. Además, está dotado con más de 60 perreras colectivas dónde conviven habitualmente de 4 a 9 cánidos, 2 zonas de hospitalización con más de 20 apartados individuales, una zona de gateras con más de 10 estancias colectivas,  al menos 8 estancias individuales diseñadas para hospitalización-aislamiento de gatos y una nave destinada a la conservación de cadáveres e incineración de los mismos. Inclusive, cuenta con 1 parque para el esparcimiento de los canes.

Además, tiene diferentes zonas internas, como un salón de actos, dos despachos, un quirófano, una cocina, un almacén, dos vestuarios, tres aseos, etc.

Pero la perrera no ha sido siempre así...

Al principio de los tiempos, los perros de Santiago de Compostela se llevaban a una zona dentro del antiguo matadero de Santiago de Compostela. Más tarde, los cánidos fueron trasladados a un recinto exclusivo en una zona mucho más acertada, lo que hoy se conoce como Polígono Industrial Costa Vella, dónde compartían terrenos con el antiguo y ya clausurado vertedero. En ese enclave, el refugio, se regentaba y se atendía por voluntariado al 100% y tenía el nombre de Asociación Protectora de Animales y Plantas de Santiago (SPAPS).

En el año 2005, el ayuntamiento decidió poner a los miembros de la SPAPS en la tesitura de escoger entre dos opciones, marcharse y seguir con los perros que había hasta el momento, unos 150 perros, o quedarse en la fundación recientemente creada y subir los perros a la nueva perrera para ser eutanasiados en 20 días según contempla la legislación. La SPAPS como es lógico en una asociación protectora, recogió sus cosas, sus 150 perros y se mudó de recinto. Hoy día, la SPAPS sigue teniendo su recinto privado dónde acoge a una treintena de perros en su mayoría mayores o enfermos.

Por otro lado la perrera de Santiago de Compostela, siguió su camino en sus nuevas instalaciones inaguradas en el año 2005. Esta perrera nació regentada por una Fundación, (Fundación Refuxio de Bando). La fundación daba sus frutos, ayuntamientos como Santiago, Teo y Brión, firmaron aquella idea que incluía un centro ejemplar e idílico.

En aquel momento, un grupo de voluntarios, que no querían que en aquella perrera se sacrificase, se unieron al convenio formando una asociación. Esa asociación se llamó Abeiro. El convenio lo firmaron también otras asociaciones junto con Paloma Aguirre, la actual directora del centro. Durante los primeros años se mantuvo un régimen libre de sacrificios. En el año 2007 llegaron a alcanzarse cifras de animales, superiores a las que hoy en día se manejan. Nadie estaba de acuerdo en sacrificar animales sanos y por lo tanto no hubo sacrificios.

En el año 2008 todo cambia!

Los perros son los mismos, los voluntarios los mismos y la dirección del centro igual. Pero comienzan a sacrificarse perros sin sentido alguno. Abeiro se desvincula totalmente de la perrera, algunos integrantes por su propia decisión moral y otros expulsados.

Actualmente, los ayuntamientos de Brión y Boqueixón, han dejado la Fundación.
Muchos de los voluntarios que hoy en día conservan en la perrera, desconocen que allí se sacrifiquen perros y muchos otros desconocen los motivos ni los cánones que se siguen para tal labor.

La política del centro se ha vuelto más oscura si cabe, haciendo todo de puertas para adentro sin la posibilidad de que nadie se entere lo que allí se maneja. Se esconden datos a los voluntarios y a los usuarios. No se facilita la adopción de los perros que serán sacrificados próximamente, entorpeciendo de este modo cualquier posibilidad de supervivencia del animal. Los sacrificios no se rigen por ningún patrón lógico, pudiendo acabar sacrificados perros jóvenes, cachorros, incluso perros con adoptantes.

El trato hacia el voluntariado a mermado de tal forma, que se les ha rebajado al mínimo exponente, negándoles el derecho a voz y voto. Desterrándoles de zonas necesarias para ellos, como son los vestuarios. Muchas personas con ganas de ayudar, son desatendidas, con la explicación de que no necesitan voluntariado, o bien se añaden a la lista de personas que nunca serán llamadas para colaborar.

Las casas de acogida terminan por quedarse al animal, dado que la perrera jamás vuelve a ponerse en contacto con ellos para proponer adoptantes o interesarse por el animal de su propiedad. Esto en el caso de que alguien haya podido acoger, ya que las facilidades suelen ser muy pocas o nulas.

Como puede verse, la perrera ha ido creciendo, en personal, en medios, en situación y extensión, y por supuesto económicamente. Y aquí ya empiezan a nacer las primeras dudas... ¿cómo puede ser, que habiendo todo tipo de medios, se hagan las cosas presumiblemente peor que en sus inicios sin absolutamente medio alguno?